Tras semanas de inspiradores y emotivos cuenta cuentos, esta vez le tocaba el turno a las madres de...
- Tras semanas de inspiradores y emotivos cuenta cuentos, esta vez le tocaba el turno a las madres de los Verdes II para poner el toque de magia en las tardes de los viernes de El Globo Rojo. Tres ositos muy bien diferenciados y una niña de rizos dorados muy curiosa protagonizan una historia clásica y muy didáctica, que nos enseña el valor de compartir nuestros bienes con los amigos
El improvisado escenario del aula de usos múltiples de El Globo Rojo acogía el viernes por la tarde objetos muy familiares y de diversos tamaños y colores; era la casa de los tres ositos, según nos contaba la narradora, (María Riesco). Una divertida puesta en escena que enganchó a los niños de inmediato, y mientras el confeti caía sobre sus cabezas en señal de celebración, íbamos introduciéndonos poco a poco en la historia.
Así era como, un buen día, la familia Oso se marchaba de paseo, completamente ajenos a lo que ocurriría en su casa mientras tanto. Ricitos de Oro, (Ana Pavón), una niña con mucha curiosidad, entraba en la bella casita de estos animales y, dispuesta a descansar un buen rato, se dispuso a inspeccionar el lugar. La cama de papá Oso, (Esther Mota), era fuerte y dura, demasiado incómoda para ella; mamá Osa, (Inma Regalado), se decantaba por una cama blandita, tanto que se hundiría dentro. Pero la cama de Osito bebé, (Hortensia Garrido), era perfecta. Cuando la familia Oso llegó a su casa, se encontró todo hecho un desbarajuste. ‘¡Alguien se ha comido mi comida!’ ¡Alguien se ha sentado en mi sillita! ¡Alguien está durmiendo en mi camita!’ El Osito bebé no cabía en sí de su asombro. Sin embargo, decidido a colaborar y a compartir con sus semejantes, no se enfadó con la niña, sino que la abrazó en señal de afecto y cordialidad.
‘Lo más importante es compartir con tus amigos’. Tras un estrecho abrazo, estas madres cantaban una bella canción infantil, muy conocida para sus hijos, y también para el resto de niños y niñas de todas las edades; mientras, repartían sonrisas, caricias, y pegatinas de colores. Como de costumbre, una tarde llena de emociones en El Globo Rojo gracias a una estupenda colaboración de las familias.
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