Los alumnos y alumnas de El Globo Rojo han desarrollado este viernes una experiencia didácti...
- Los alumnos y alumnas de El Globo Rojo han desarrollado este viernes una experiencia didáctica en pleno entorno Natural: la recogida de cerezas en una finca situada en la sierra de Francia
Trabajar el medio Ambiente en educación infantil es importantísimo para los niños, especialmente cuando lo hacen a través de la propia experimentación. Así, con la excursión de la cereza se han establecido varios talleres, desde recogida de fruta de la estación, hasta la siembra de semillas en el huerto, para después trabajar en el contacto con los animales de la zona, un burrito y dos caballos, montar en ellos estableciendo lazos de comunicación y empatía con los animales.
La Antigua (Zona de la Sierra de Francia, entre Villanueva del Conde y Miranda del Castañar) se llenó de algarabía, voces y risas dicharacheras de los niños corriendo entre los árboles, viviendo la experiencia de recoger cerezas y estar en medio de la naturaleza. La mañana gris de Salamanca se torna luminosa cuando el autobús llega a su destino: el sol nos acompaña y llena de energía a los niños, que contemplan emocionados los arboles verdes cargados de cerezas rojas brillantes.
Comer un pequeño bocadillo es necesario para afrontar el resto de la mañana, por lo que los niños lo primero que hacen es tomar un pequeño refrigerio que les pone a punto. Entonces, situados por grupos, comenzaron a desplazarse por las zonas de los frutales y, con los adultos, empezaron a recoger las cerezas ante el asombro de sus ojos al ver esas frutas rojas colgar del árbol. Comer y coger van al unísono y les encantó ver cómo se iban llenando sus cestos.
Risas, alegría, palabras de emoción, todo un despliegue de vivencias se traducían en las caras y expresiones de los niños. Precisamente las cámaras de fotos pudieron recoger esos momentos de vida y de chipas en las miradas, como una experiencia nueva para ellos y totalmente placentero. Así, poco a poco se fueron llenando y ordenando cajas de cerezas, por las cuales preguntaban, ansiosos: ¿me las voy a llevar?
Poco después nos acercamos al huerto, donde también pudieron vivir la experiencia de ver cómo es un huerto de verdad y sembrar cebollas y judías verdes. Como siempre, las manos colaboradoras de unos padres y madres comprometidos nos enseñaron cómo hacerlo. Después de este taller, realizamos un paseo por otras zonas de la finca para conocer y aprender en la Naturaleza. Bonito día de luz, sol, todos juntos en compañía. Una bonita experiencia para los niños y los adultos acompañantes de esta aventura.
Estamos en el ecuador de la excursión y para los niños es esencial y primordial la parte que sigue y que todos esperan ya con emoción: un burrito y dos caballos nos esperan en el prado, despertando la admiración de los niños, encantados de verlos. Los animales se acercaron entonces a los niños, sobre todo porque esperan el pan que les aguardaba en sus mochilas, o en una gran bolsa recogida en el cole a lo largo de la semana anterior.
Estos animales son muy cariñosos y están muy acostumbrados a las personas por lo que rápidamente los niños los acaricia y se montan en ellos con total tranquilidad. Por parejas, realizamos un paseo mientras los demás esperaban observando o jugando tranquilamente en el parque de al lado. Para muchos niños esta experiencia es nueva, nunca habían montado en burro o caballo, y se mostraron encantados de poder hacerlo.
Una vez todos hubieron montado, los más osados se acercaron a los animales para darles pan, acariciándoles sin temor. Este contacto con los animales es muy importante desarrollarlo en los niños, pues se establece una comunicación entre ambos.
La excursión llegó entonces a su último tramo, momento de la comida en el pueblo de Miranda del Castañar. Y es que los niños se comportaron geniales comiendo en total armonía y, con mucha hambre, devoraron la paella, la carne del menú, y el helado. Por fin, sin darnos cuenta, el horario se nos echa encima y nos dispusimos a regresar a Salamanca, contentos y emocionados, hablando en el autobús de lo que han vivido: “el mejor día de mi vida” decían algunos.
Para nosotros, los adultos organizadores de esta excursión, escuchar estas palabras nos llega al alma, ya que lo que se pretende al organizar estas salidas es que tengan para los niños una gran repercusión emocional y vivencial. Creo que lo hemos logrado, a pesar de nuestros miedos cuando la organizamos, especialmente la distancia (85 kilómetros) y las curvas del viaje. Pero curiosamente, nadie se mareó, nadie dijo “estoy cansado” y muy pocos se durmieron de vuelta, sino que venían con las pilas muy cargadas.
Gracias a los adultos acompañantes, un gran número, pero que sin su ayuda y apoyo, los niños no hubiesen podido disfrutar de esta bonita experiencia que hemos compartido juntos. Un hermoso día de luz, sol, en compañía de todos.