Los personajes del cuento, la ratita presumida, posando en familia con sus hijos
Una Ratita Presumida con encanto
Una Ratita Presumida con encanto
sábado 18 de mayo, 2013
- La Ratita Presumida, un clásico cuento infantil y con un vestuario muy logrado, fue interpretado fielmente y con mucho entusiasmo por parte de las familias de la clase de ‘los Soles’.
La S de silencio por bandera, los niños del colegio de Educación Infantil El Globo Rojo se sentaban una vez más a escuchar el tradicional cuenta cuentos que se celebra viernes sí, viernes no, en el Centro. Esta vez, traería canciones, animales, sonrisas y mucho afecto en forma de un cuento clásico que nunca pasa de moda. Con un elaborado vestuario, los padres y madres del grupo de los amarillos Soles interpretaron la Ratita Presumida, interpretada por Mª Jesús Santero.
Sin esperárselo, la Ratita un día, limpiando su casa, se encontró una moneda de oro con la que comprarle a la amable tendera, Elena Pérez, un hermoso lacito rojo para que todos vieran lo guapa y presumida que era. Y es que esta ratita tenía la suerte de poseer una fila interminable de pretendientes, cada uno de ellos con una historia que contar. Así, pudimos ir conociendo al lobo, personaje interpretado por Elena San Segundo, quien acostumbra a salir todas las noches a aullar; al gallo, papel interpretado por Mª Aranzazu Sánchez quien hacía un molesto sonido cada amanecer; al burrito, que interpretaba Teresa Bautista, demasiado viejo y enfermito. Por todas esas razones, la Ratita Presumida no quiso casarse con ninguno de ellos. Hasta que por su puerta pasó un día el gato, papel interpretado por Javier Andrés, oh, señor Gato, ¡qué voz más hermosa tiene usted! Lo que no sabía la ratita era las perversas intenciones del gato, porque, ¿Qué comen los gatos? ¡Ratones! La Ratita Presumida, después de su último desengaño amoroso, se sentía triste en su casita. Pero, para sorpresa de la ratita, ahí estaba el bueno del ratón, personaje representado por David Sánchez, haciendo una entrada estelar, y animando a todos con su ritmo. Con este ratoncito sí me casaré, pensó la Ratita.
Respetando la historia clásica desde el principio, este cuenta cuentos estuvo plagado de canciones que no solo conocen los más pequeños, sino que también supieron invadir de recuerdos la mente de muchos adultos. Por otro lado, el vestuario llamó profundamente la atención de los niños, admirando las plumas coloridas del gallo o las poderosas garras del gato. Después, todos se endulzaron con un premio, una moneda de chocolate, que cada uno de los padres fue entregando con cariño a los niños.
Los valores que se transmitieron en su día cuentos tradicionales como este, que enseña a no fiarse de los desconocidos y a no juzgar por las apariencias, son los que ahora son absorbidos por la mente y la imaginación de los hijos de aquellos que, una vez hace décadas, también soñaron con lo mismo que ahora sueñan ellos.
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