¿A qué sabe la luna? Dos madres del aula de los verdes mayores, fueron las encargadas...
- ¿A qué sabe la luna? Dos madres del aula de los verdes mayores, fueron las encargadas de mostrarnos a qué puede saber la luna a través del trabajo en equipo, la amistad y las ganas de soñar y un sencillo y muy visual teatro de sombras
Un astro tan familiar y, a la vez, tan conocido para nosotros como es la Luna es, a veces, todo un misterio para los niños. ¿De qué está hecha esa esfera blanca del cielo? ¿Tendrá sabor? Quién sabe si se dignará si quiera a ser rozada por alguna de sus manitas.
Este es el pensamiento de un grupo de animales que un buen día –mejor dicho, una noche– se atrevió a unirse para intentar lograr un poco de luna. Una canción nos presentaba a cada uno de ellos, lo que llenó de sensibilidad el cuento y supo conectar bien con los niños, atónitos ante lo que estaba ocurriendo. Con una hermosa puesta en escena, una tela traslúcida nos mostraría las figuras de aquellos osados animales que, entre todos, perseguían un mismo sueño: probar la Luna.
Allí, tan alta y majestuosa en el cielo ni el más alto de ellos podría lograr alcanzarla. Es por eso que el elefante, encima del cual se subió la jirafa; y sobre ella, la vaca; y después, el mono; tras él el gallo, sobre él, el gato y por último el ratoncito formando una bella torre hasta que por fin, tan altos como la luna, el ratón logro robarle un pedacito.
Cada palabra y cada canción que las mamás interpretaban acariciaba la imaginación de los niños presentes que se preguntaban, finalmente, qué sabor tendría este bello astro, tan femenino y misterioso. Después de un arduo trabajo en equipo y un bello acto de compañerismo y amistad, los animales probaron, uno a uno, la luna. Su sueño se había cumplido, para poder comprobar, finalmente, que la satisfacción de haberlo realizado sabía de una manera distinta para cada uno de ellos. Los sueños pueden cumplirse, y cada de ellos tendrá el sabor de nuestras ilusiones.
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