El descubrimiento de la naturaleza, la vivencia de sensaciones táctiles, olorosas... y la di...
- El descubrimiento de la naturaleza, la vivencia de sensaciones táctiles, olorosas... y la diversión reinaron en la primera salida del curso en familia
La magia del día de vendimia en la sierra ya empezaba a palparse incluso antes de llegar. Días atrás, ya soñaban con el paraje lleno de vegetación y animales que, según les explicó su maestra Loli, albergaba la planta de donde se obtiene la uva. la vid.
Ya en el autobús, los niños iban descubriendo poco a poco cómo iba cambiando el paisaje, hasta llegar al pueblo de Villanueva del Conde. Unos metros más adelante, tras unas curvas y mucha naturaleza, llegamos al lugar esperado: La Antigua.
Rápidamente, los niños se ponen en situación y, muy ilusionados, se proponen a vivir la aventura de vendimiar. Los padres no fueron menos, y fueron los primeros en ilusionarse de vivir la experiencia.
El paisaje de la sierra tiene características muy especiales. Una vez vista y descubierta la viña, los niños fueron distribuyéndose con los adultos por los diferentes bancales. Muy pronto, la paz del paisaje serrano se llenó de voces y risas infantiles y, el viñedo, de animación y alegría. Sobretodo, les sorprendía encontrar el fruto entre las hojas: "¡Mira, he encontrado un racimo! Yo también quiero, déjame a mí! ¡Mira este, qué grande! Pues ¡yo he encontrado uvas blancas!
Las familias mostraron tener mucha energía trayendo y llevando cubos de uvas, y depositándolas hasta la zona donde serían pisadas por los niños.
Una vez recogida la uva prevista, llegó el momento de obtener el mosto. Los niños, por parejas, vivieron el momento único de pisar la uva, también caracterizado por la sorpresa y las sensaciones del tacto de la uva en la planta de los pies: el gusto, el placer, la sensibilidad, el olor... Pisar la uva es un golpe de sensaciones muy potente.
Además de las sensaciones táctiles, fueron observando muy atentos cómo salía el zumo de uva a chorritos. Poco a poco, fueron pasando por las diferentes piletas de pisado. Los padres se mostraron muy cómplices con sus hijos y muy colaboradores, aseándoles después. Incluso un grupo de madres no pudo resistir la tentación de entrar y pisar la uva.
Después de la experiencia con la uva, el burrito Romero esperaba a los niños en el establo, así que fueron a buscarle. A lo largo del camino, el grupo fue descubriendo diferentes tipos de árboles: olivos, manzanos, melocotoneros... Las aceitunas, muy gorditas, ya esperaban el momento de ser recogidas. Romero recibió cariñoso a los niños, que le trasladaron a una zona de camino donde fueron montando todos, por parejas. Romero estuvo tan simpático que hasta se hicieron una foto con él.
Además, los niños disfrutaron de una acompañante muy especial durante todo el proceso: la perrita Nala, corriendo y disfrutando del campo como una más.
Un día de vendimia inolvidable y que quedará en el recuerdo de pequeños y mayores. Los aprendizajes, como siempre, mejor desde la propia experiencia.